viernes, 1 de agosto de 2014

Si no sabe salir ni en los córners, ¿cómo va a salir del Real Madrid?

No entiendo cómo puede haber gente que no sea seguidora del conjunto merengue, cuando es una de las cosas que le da más picante a la vida. Vivir permanentemente en una montaña rusa de emociones. Baste como ejemplo lo sucedido en Lisboa hace poco más de dos meses, cuando en unos minutos pasamos de la desazón más profunda al alborozo más absoluto al premiar el cabezazo de Ramos, en el minuto 93 del partido, la fe de todos aquellos que creíamos que la final no estaba perdida. El subidón fue considerable, sobre todo por las condiciones en las que el Patético de Madrí había tomado ventaja en el marcador. Si el segundo equipo de la capital se hubiera llevado la Copa de Europa, lo habría hecho con el dudoso honor de no haber tirado ni una sola vez a puerta porque, como todos recordaremos, el tanto fue un regalo, como lo han sido tantos goles, de ese espantapájaros al que algunos llaman "portero" y al que todos llamamos Íker Casillas o cosas peores.


Aparte de por el gol de Ramos y el cómo lo celebré, siempre recordaré aquella final por las llamadas de atención que recibí de ciertas féminas que nos acompañaban a los reunidos en para tan magno evento -"por favor, que hay niños delante"- debido a las lindezas que dediqué a nuestro Capitán Tan y a su señora todo el tiempo que medió entre el gol de Godín -físicamente imposible en caso de que bajo los tres palos hubiera algo remotamente parecido a un guardameta- y el de Sergio Ramos. A veces, ser seguidor madridista es muy, pero que muy difícil. Serlo el día siguiente a perder una final, y encima de Champions, y por si fuera poco ante el rival capitalino, sería realmente jodido, pero soportable hasta cierto punto. Ahora, perder de esa manera por culpa única y exclusivamente del estorbo que ofende el recuerdo de tantos que llevaron el brazalete de capitán con más dignidad -cosa nada difícil: con jugar al fútbol, no digo bien, tan sólo con jugar, ya habrían ostentado la capitanía con más solero que el Águila Calva de Móstoles- habría sido la mayor prueba a la que esta generación de madridistas, y posiblemente cualquiera, se hubiera enfrentado jamás: no ganar la añorada décima por culpa de un fulano que está donde está gracias a la presión de su guardia pretoriana mediática, que para mayor retranca es antimadridista y mayoritariamente aficionada del Patético de Madrid. Se imaginaba uno cómo sería vivir en el día después, con esa tribu de sinvergüenzas  mediáticos descojonándose del madridismo, partiéndose la caja al rememorar cómo consiguieron poner de titular en Champions a un chivato del vestuario, que está más acabado que el charlestón, y ser así de partícipes de la primera "orejona" de su Pateti. Para que la jugada hubiera sido más redonda la tendría que haberla pintado Giotto con un compás.

Pues yo sigo sin verle el atractivo a Lady MacBeth por ningún lado

En esas estábamos, como digo, poniéndole las orejas coloradas a los presentes, chiquillos y adultos. De Sara Carbonero dije cosas muy gordas, aunque no recuerdo bien cuáles. Algo relacionado con su afición al Patético de Madrí con mucha "zorra" intercalada. Pero de lo que sí me acuerdo es de repetir como un mantra que, aunque perdiéramos la final, al menos tendríamos un trofeo: la cabeza de Íker Casillas, porque de esa no le salvaba nadie. Y creía, y seguí creyendo hasta ayer mismo, que el darle la vuelta al resultado "in extremis" no cambiaría lo sucedido hasta aquél feliz minuto noventa y tres, que no fue otra cosa que el estar a punto de perder la final de Champions por culpa de nuestro portero. Porque está acabado y es muy malo. Y que el Madrí debía dar ya una solución al tema y no recrearse en la suerte. Muchos éramos los que veníamos advirtiendo que las aleluyas de Casillas nos podían costar un título, que malo era ver cómo el Madrí perdía puntos por culpa de las cantadas de este malandrín, pero nada en comparación a la posibilidad de que un fallo suyo en un partido importante mandara al garete todo el trabajo de la temporada. Que esto no sucediera de puro milagro aquella noche en Lisboa no significa que no vaya a suceder en el futuro. Es más, nos anuncia que sucederá. Entonces será el llanto y el crujir de dientes, pero para poco nos va a servir.

Lo acontecido en el mundial, en el que Casillas encajó siete goles en dos partidos, algunos por responsabilidad única y exclusivamente suya porque, repito, es un guardameta nefasto, vino a reforzar mi esperanza en que los ciegos recuperaran la visión, porque la decrepitud del otrora ídolo era tan evidente que ni los más fanáticos defensores del maromo de la Carbonero podrían defender ya la permanencia en el club, y no digamos ya la titularidad, de esa máquina de encajar goles y perder partidos. Ocho goles recibidos, ¡ocho!, en tres partidos de alta competición eran prueba sobrada. Lo de ir con estadísticas en la mano demostrando que Casillas encaja un gol cada dos o tres disparos a puerta ya no sería necesario. Cualquiera que no tuviera una lesión cerebral vería que el Real Madrid no puede dar cobijo a un jugador así so pena de llevarse un día la que quiso Dios que no nos lleváramos en Lisboa. La protección mediática de la que goza este sinvergüenza quedaría anulada ante la cruda realidad. A este, pensaba yo, ya no le salva nadie.

Que no se diga jamás que MarÇa no dedicó una portada a Diego López. Y ya que estamos, aprovechamos para ponerle la cruz a Arbeloa.
Y, sin embargo, cuando el mes de agosto, en el que nos jugamos dos títulos y empezamos la liga, inicia su andadura, la noticia es que Diego López, portero por el que Angelote se había decantado en su primer año como técnico madridista, tendrá que buscarse equipo tras haberle comunicado el club que Casillas sería el titular en todas las competiciones, lo que sumado a la más que probable llegada de Keylor Navas situarían al gallego como tercer portero del equipo, con pocas posibilidades de jugar y ni siquiera de ir convocado. Diego, normal, ha decidido abandonar concentración y club para centrarse en la búsqueda de un nuevo equipo y también un nuevo hogar para su familia. Suenan Nápoles y Mónaco, e incluso el Chelsea. Le deseo toda la suerte del mundo, porque nosotros no vamos a tener ninguna. Se gastó toda en Lisboa. Tampoco es que nos la merezcamos. 

Corría el año 2006 y ya pasaban cosas como estas. No aprendemos (vía @Sergio_RMCF)

Porque quien sacrifica a un profesional por el caradura de Íker Casillas, no merece suerte alguna. La realidad es que los responsables del club habían decidido, como haría cualquier persona medianamente normal, darle puerta al mostoleño y a su novia la extraterrestre y buscar un portero que cubriera la portería del conjunto blanco con un mínimo de garantías. De esos los hay a patadas. Casillas, como he dicho un montón de veces, debe estar entre los tres peores porteros de la Liga. Bueno, es que lo está, lo que no me atrevo a decir es en qué posición. Si Casillas fuera una décima parte de lo merengón que sus groupies de tuíter, el sector irreductible de los piperos y la quintacolumna atlética de la prensa supuestamente madridista dicen que es, habría llegado a un acuerdo amistoso con el club para buscarse la vida por otros lares donde quizá, vete tu a saber, podría recuperar la ilusión y algo de la chispa que le caracterizaba antaño. En vez de eso este paladín del madridismo mal entendido puso sobre la mesa unas condiciones inaceptables para el club. Las Ikerbeliebers siempre están sacando eso de "lo que Casillas le ha dado al club". Pues todo lo que haya podido darle iba a quedar en agua de borrajas comparado con lo que éste pájaro quería que el club le diera a él, nada más y nada menos que 27 millones de euros de indemnización más la carta de libertad, es decir, que el Madrid no cobrara ni un "muchas gracias" por su aterrizaje en otro club. Vaya con el madridismo del susodicho, qué ejemplo a seguir para la parroquia blanca el del granuja este. Pero esto sería lo de menos, porque los tontos no abundan fuera tanto como allende nuestras fronteras y los periodistas no distorsionan la realidad por vete tú a saber qué oscuros intereses. Vamos, que a la vedette alopécica  no la quería nadie, al menos pagándole la ficha que tiene en el Real Madrid. Sólo Arsenal y Mónaco, el primero sin mucho convencimiento y el segundo tras haberse quedado colgado de la brocha con el asunto de Valdés, mostraron cierto interés. Pero ni británicos ni franceses son idiotas, o al menos no tanto como muchos madridistas. Saben que Casillas es malo, muy malo, y el impacto mediático que todavía mantiene el jugador no compensaría la morterada que este madridista de baratillo recibe religiosamente del Real Madrid por mantener la fidelidad a sus colores.

Típica postura de Íker en los días de entrenamiento voluntario.

A unas condiciones inaceptables para el club al que tanto dice querer, a la realidad de que ningún equipo está interesado en él, y menos con una ficha tan elevada, se suma otro factor: el apoyo mediático. Casillas es el ojito derecho de la prensa deportiva, tan madridista ella. La virulencia de la campaña contra López que hemos soportado durante la pasada temporada, ya de por sí agresiva y burda, se ha acrecentado estos últimos días. El mayor ejemplo ha sido esa portada del AS en la que se ofrecía el once titular que habrían votado los aficionados merengones, con Casillas bajo los palos cuando la realidad es que el que más votos había recibido en esa posición era Keylor Navas... ¡que ni siquiera estaba fichado! Dirán algunos que tampoco es una manipulación, que no se puede poner ahí al que todavía no ha firmado contrato. Es que precisamente ésa es la manipulación, poner a Navas para dividir el voto de los que no querían a Casillas, que entre los recibidos por éste y por Diego López suman mayoría. El madridismo no quiere a Íker como titular y, sin embargo, así aparece en la portada del diario dirigido por Relaño. Nada nuevo bajo el sol si tenemos en cuenta que en él colabora la mega-groupie Colino y la política seguida por susodicho medio de perjudicar al Real Madrid. Si estos son capaces de llegar a tales extremos de infamia estadística para colocar ahí a su Íker es que éste es perjudicial para el club blanco. 




Los de  la acera de enfrente no les van a la zaga. Hoy, sin ir más lejos, supongo que para contrarrestar la oleada de justa indignación que la marcha de un profesional como Diego López y la permanencia del quiste mostoleño, auténtico cáncer dentro pero, sobre todo, fuera del terreno de juego, ha de provocar en el madridismo de bien, el diario Marca ofrece un análisis psicológico del rostro de Íker Casillas en el que, faltaría más, todas las conclusiones son buenas aunque choquen frontalmente con las pruebas empíricas. Pero, ¿a quién vamos a creer más? ¿A nuestros ojos o a la sapiencia de este experto en las jetas? Casillas, según el experto doctor Julián Gabarre, tiene una seguridad en sí mismo "bastante alta" (claro, por eso cuando las pasadas temporadas vio que Diego López le disputaba la titularidad el tío se planteó irse del Madrí), el dinero no es "lo más importante para él" (cosa sabida por todos, de ahí que le haya pedido al club hasta el último céntimo de su contrato para poder librarnos de él), posé una "gran agilidad en la percepción de lo que viene" (a no ser que sea un balón, aclaro) y goza de "excelentes reflejos y una notable capacidad de concentración" (habilidades que supongo debe demostrar respectivamente a su mujer cuando tiene que buscar una excusa de por qué no ha lavado la vajilla y a su retoño cuando juegan al ajedrez, porque otra cosa no me explico). Y esto es sólo el entrante de lo que nos espera esta temporada una vez eliminado el factor Diego López. Ya nos podemos ir preparando.

Si lo de la Yihad raulista nos parecía tremendo, la casillista nos va a poner los pelos de punta.
Exhalando madridismo y savoir-faire por los cuatro costados. (vía @Joseejimenez7)

A mí no me gusta que el Madrid pierda ni a las tabas. Pero puesto en el dilema de un mal y un mal mayor no tengo más remedio que elegir el primero ahora que estamos a tiempo. Ilusiona mucho ganar la Supercopa de Europa, pero si es a riesgo de tener que cargar toda la temporada con este muerto en vida bajo los palos, de temblar a cada centro al área, cada córner lanzado por alto, de sufrir un amago de infarto cada vez que nos disparan a puerta para, al final, ver cómo nos vamos dejando puntos por el camino gracias a las aleluyas del mancebo de la Carbonero, prefiero una debacle en Gales. Al fin y al cabo ése es un trofeo con poca más importancia que el Teresa Herrera, por lo que lo cedo con gusto antes que arriesgar lo que arriesgamos hace dos meses en Lisboa. Seamos realistas: con Casillas en la portería la hostia nos la vamos a llevar sí o sí, pues cuanto antes mejor. Sobre todo porque ya hay que mirar por el resto de las manzanas del cesto a las que el calvo que anuncia champús va a podrir pero a base de bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario