martes, 7 de enero de 2014

Real Madrid, 3 - Celta de Vigo, 0

"Como esto sea un aperitivo de lo que nos espera este año entrante, estamos apañados" es el mejor resumen de lo visto esta tarde-noche en el coliseo madridista. Una frase que constituye un homenaje a la esencia del Tuíter por su capacidad de condensar en las limitaciones del formato de dicha red social lo acontecido en noventa minutos de un partido de fútbol, evento en el que pasan muchas, pero que mucha cosas, y cuyo genial autor no nombro porque -oh, casualidad- soy yo. Qué cosas, ¿eh? Pero como esto no es tuíter, sino blogspot, me siento obligado a disponer aquí algo más que ochenta y cuatro caracteres, cosa que no me pasaría si en lugar de haber creado el blog aquí lo hubiera hecho en Tumblr. Que estuve a punto, oigan, lo que pasó es que... bueno mejor lo dejamos. No es que tenga mucho interés en divagar sobre los orígenes de aqueste blog. De hecho, esa historia sería capaz de anestesiar a un infante con hiperactividad de grado A, pero les aseguro que es mucho más interesante que la crónica de lo acontecido en el Santiago Bernabéu. Así que me la saltaré para centrarme en aquello que tenga cierta chicha. 

En busca del padre de Luis Enrique. 
Lo sucedido en la previa tiene mucho más interés que lo visto sobre el terreno de juego. Por un lado, la manifestación -o algo parecido- de los miembros de Ultrassur en protesta por la decisión del club de transformar "su" fondo en una "grada joven" y quitarse de encima a mucho maleante que pululaba por ahí. Y por otro, cómo funcionaría ésta en un partido oficial. Pues visto lo visto poco o nada varía esta "grada joven" el ambiente del resto del graderío (adulto, avejentado, prostático o como sea). De hecho, se unieron al resto del respetable en el minuto de silencio por el fallecimiento de Eusebio, cuya grandeza futbolística mereció que los sesenta segundos se prolongaran hasta que el colegiado señaló el final del encuentro. Pero hay que darle tiempo al tiempo. No se hizo Roma en un día ni se tomó Zamora en una hora, y hemos de tener en cuenta que ambas empresas eran mucho más accesibles que convertir el Bernabéu en una olla a presión para los rivales. Hay que tener paciencia para ver florecer las flores. Se corre el riesgo de que la mitad de lo que florezca no sean flores, sino que se queden en el estadio de capullos, y la otra mitad resulten ser el resultado de haber sembrado semillas de girasol y no de rosas o margaritas, con lo cual sólo obtendríamos alimento/divertimento para los susodichos capullos durante el partido. Pero como digo, habrá que dejar que la cosa madure. A lo mejor para semifinales de Champions tenemos ahí algo similar al "muro amarillo" del Borussia. Tiempo habría, porque me parece que jugando como lo hemos hecho esta noche las semifinales esas ni las vamos a oler en el año que se inicia. Si queréis más información de esta grada tan dicharachera no os perdáis las crónicas del amigo Forjanes, intrépido reporter del diario AS, que al parecer se infiltró en la misma para contarnos la vida y milagros de los que allí pululan. Habrá sido oír la palabra "joven" y el amigo Forjanes, que se convirtió en referente del periodismo mundial al filmar a infantes jugando al fútbol durante la campaña de acoso y derribo a Mourinho, perdería el rabo porque le dieran el encargo. O al menos eso espero, porque Forjanes, armado del rabo entre tanto joven sudoroso y excitado por el fútbol tendría más peligro que una piraña en una bañera. 


El otro punto de interés de la previa radicaba en ver cómo el Bernabéu recibía a Luis Enrique. Quizá los más jóvenes no se acuerden del susodicho, es posible que ni lo reconozcan en una foto. Pues es bien fácil encontrar una: vais al diccionario y seguramente os aparezca retratado en la entrada de "traidor". Luis Enrique era un jugador que militaba en el Sporting de Gijón allá por inicio de los noventa, de donde fue extraído del Madrí para llevarle a la gloria, la fama y el triunfo. Suyo fue uno de los goles de aquél famoso 5-0 del equipo que dirigía Jorge Valdano, que si bien no fue el más vistoso por ejecución sí lo fue por la celebración. Luis Enrique supuraba madridismo por todos los poros de su piel, tanto que entendió que merecía una mayor consideración económica por parte del club -lo de siempre, vamos-, y se plantó en el despacho de Sanz para pedirle una subida de los emolumentos. El cejudo presidente lo mandó a la mierda y el asturiano, chico obediente donde los halla, se marchó a Barcelona. Allá él, diría cualquiera. Pero el problema fue que durante los meses que siguió perteneciendo a la plantilla blanca, habiendo firmado ya por el máximo rival, su rendimiento bajó de manera sospechosa. Y cuando aterrizó en la ciudad Condal se descubrió que era un "boixos nois" desde que nació. De ahí que el madridismo no le guarde mucha simpatía y se corriera el riesgo de que el Bernabéu, faltando al señorío que le caracteriza, montase un numerito vilipendiando a su persona. Afortunadamente no fue así. El Bernabéu le cantó una y otra vez aquello de que su padre era Amunike, cosa harto dudosa dadas las evidentes diferencias en la pigmentación, pero todo un detalle al estar el cántico dirigido a quien todo parece señalar no tiene ni repajolera idea de quién puede ser su padre. Se le reconoce uno y, encima, se le da una pista por donde empezar a buscar, pista que posiblemente no lleva a ninguna parte, pero a la gente hay que juzgarla por la intención. Al oír ese cántico los ojos de Luis Enrique seguramente se abrasarían con lágrimas, casi como cuando Nuñez le pasó el fajo de billetes por las narices. 

"No hace falta disir más..."
No entiendo cómo va el tema de colegiación (¿existe esta palabra?) arbitral. No sé si hay obligación de tener un número determinado de colegiados por cada comunidad autónoma, o por número de habitantes que tenga el colegio de cada región. Ni idea. Lo que sí se es que a nosotros casi siempre nos caen árbitros catalanes. Igual no hay muchos, pero es que todos nos caen a nosotros. El afortunado en esta ocasión fue Álvarez Izquierdo que, siguiendo la campaña de la FEF contra las ratas periféricas secesionistas, demostró que los colegiados catalanes son iguales a los del resto de España, es decir, que pitó contra el Madrí casi todo el partido, excepción hecha de aquellos momentos en los que pitaba a favor del rival. Se tragó dos penaltis clamorosos en área celtarra: una mano de David Costas para desviar a la línea de córner un cabezazo de Pepe que se dirigía entre los tres palos, y por el que ni siquiera se dignó en conceder el saque de esquina (se ve que por ese corte de pelo a lo aborigen australiano que luce ahora el central luso le permite dar a los cabezazos un efecto a lo "boomerang") y un placaje de Hugo Mayo sobre Cristiano, difícil de ver para el colegiado que estaba a unos tres metros. Tres metros parece poca cosa, pero si le aplicas el I.V.A. de Montoro se te va ya a las nubes. En fin, que catalán o polaco, murciano o venusino, el colegiado de turno apunta las mismas maneras que el año pasado. Y para qué cambiar, que diría aquél. Para evitar que algún despistado hablara sobre "errores arbitrales" perdonó la expulsión a Alex López, quien debería haber visto amarilla por el codazo que le propinó a Isco. Esa falta, junto con la que sí le supuso la amarilla, fueron mucho peores que las dos que Ramos cometió en Pamplona y que le sirvieron para irse a las duchas antes de que finalizara la primera mita. Y también anuló un gol legal al Madrí en la segunda parte por fuera de juego inexistente. Creo que fueron dos. No sé, he perdido la cuenta. El caso es el que quiera seguir creyéndose eso de "los árbitros se equivocan", "arbitrar es muy difícil" y "unas veces te dan, otras te quitan", tiene toda mi bendición. Habrá pasado unas fiestas navideñas cojonudas creyendo todavía que los reyes no son los padres.

Diego López evitó en un gran "uno contra uno" lo que habría sido el primer tanto del... ay, perdón, que no es Casillas. Repetimos: Charles perdonó el que podría haber sido el primer tanto del Celta en el Bernabéu. 

Pues habrá que hablar de fútbol también. Vamos, digo yo...
O los nuestros estaban todavía de cabalgata de reyes, que va a ser que no porque están igual que hace dos, tres y hasta cuatro meses, o el Madrí presentó con su juego ante el Celta su candidatura para alzarse con numerosas copas: la Copa Danone, la Copa Cabana o ese gran galardón húngaro que es la Copa Rtidario. De las otras poquito vamos a oler. Pero nos lo hemos buscado solitos. No hace falta que el tiempo, ese juez insobornable, transcurra. No habrá que esperar a que se edite la historia del Madrí en los primeros cincuenta años del siglo XXI; se ve ahora: perder a Mou fue un error, sobre todo porque nos quedamos con los cánceres. Y lo malo de un cáncer es que se extiende. Si ahora hubiera que hacer una limpia, si se tuvieran que eliminar a todos los demostrados no aptos para militar en este equipo, tendríamos problemas para hacer un equipo de fútbol siete. Y no es coña. Es que a cada jornada que pasa nos crece otro enano. Y cada enano que aparece demuestra no tener ni ganas, ni interés en volver a crecer. Tales son los casos de Pepe y Ramos, a los que deseo toda la suerte del mundo en sus nuevos equipos que, espero, los reciban con los brazos abiertos antes de que acabe el mercado de invierno. Con decir que la noticia es que hoy no nos han metido un gol por culpa de Ramos, abonado en los últimos partidos en que jugadores bastante más bajitos que él sean capaces de ganarle balones por alto sin tener que levantar los pies del suelo. Peor es el caso de Di María, cuyo pasotismo, desgana y descontento es más que evidente. Al ser cambiado recibió una sonora pitada por parte del respetable a la que respondió llevándose la mano a su entrepierna. Este tío no debería vestir la elástica blanca ni un segundo más. Mañana tendría que ser despachado a Mónaco o a donde cojones lo quieran y por el precio que nos den. Si es gratis, pues gratis. Lo que perdamos se rentabilizará con el ejemplo que se impondría al resto de la plantilla. "Que tengo una oferta del Mónaco", "Que el Chelsea está interesado por mí", "Que el Milán está preguntando precio". Pues hala, a hacer puñetas, desgraciados. Esta gente ¿dónde va a estar mejor que en Madrid y en el Madrí? A ver si se piensan que en Londres o Munich van a encontrar la juerga que tenemos aquí. A cualquiera de estos que van diciendo lo de que "suenan" para otros equipos les muestran la puerta de salida y se arrojan a los pies para evitar que les des boleto. 

Lo mejor que hizo ayer Di María con la(s) pelota(s) en los 90 minutos. Normal, mientras estuvo
en el terreno de juego no hizo practicamente nada. 

De Angelotte mejor ni hablar. Después de Mou habría hecho falta un técnico joven, con cojones e ideas nuevas (más de lo primero), no un anciano que está de vuelta de todo y que ni puede ni quiere. Del Bosque versión dos-punto-cero. Su único acierto fue meter a Bale y a Jesé como revulsivos... para el equipo, claro, que no para el público, que con lo que llevábamos visto ya habíamos tenido de sobra para vomitar. Una vez más quedó claro sobre el césped que cualquier equipo de mindundis mínimamente trabajado en el aspecto táctico nos mete el susto en el cuerpo. Aquí no hay labor del técnico ni se la espera. No tenemos un esquema definido, o al menos uno que se adapte a los efectivos de los que disponemos. Isco anda más perdido que Luis Enrique en el día del padre, y su titularidad perenne (me da que es el ojito derecho de Zidane) obliga a retrasar a Modric, el jugador más en forma del equipo. Tal como juega la defensa, para el caso podríamos prescindir de ella. Resucitemos la "doble uve eme" y dispongamos dos zagueros. Naturalmente, ninguno de los titulares ayer. Con un voluntario del público y el que sirve en uno de los bares del estadio nos bastaría, al menos hasta el advenimiento de Varanne, si es que algún día llega a producirse. En la delantera, Cristiano sigue soñando con balones de oro. Menos mal que este puede estar en Babia que ni aún así deja de marcar goles. Dos fueron ayer, uno de ellos a pase de Bale tras una descomunal jugada. Junto con Modric, el mejor del partido. Qué casualidad, los dos que han mamado fútbol inglés hasta ayer como quien dice. 

Fueron los dos goles de Cristiano, más el de Benzemá -otro, me temo, protegido del valido Zidane- los que maquillaron un poco lo sucedido y evitaron que la sangre llegara al río donde no ha mucho mirábamos cómo bebían los peces por ver a Dios nacer. Pero como esto no mejore -y no veo yo motivos para que suceda tal cosa- esta temporada se nos va a hacer más larga que un fin de semana lluvioso. No puede ser de otra manera cuando la mitad de nuestros efectivos, incluyendo el técnico, están amortizados. Personalmente estoy hasta los nenúfares de que cada vez que se consigue armar algo parecido a un equipo competitivo se rompa la dinámica para pasarnos unos añitos de transición.