lunes, 26 de mayo de 2014

La puta Décima, por fin.

La emoción del partido, el subidón acrecentándose en cada gol y detalles varios -en mi caso comprobar que se puede subsistir casi ocho horas a base de cerveza y cava extremeño; cualquiera estaba para cenar anoche- impiden que la mente humanomadridista (valga la redundancia) pueda sopesar con justicia el valor de lo acontecido anoche en el estadio Da Luz de Lisboa. Creo que tendrá que pasar mucho tiempo hasta que nos demos cuenta de la importancia de este título, y me parece que pasaremos otro tanto captando gran cantidad de los detalles de sus consecuencias a medida que se vayan produciendo. Si el movimiento de las alas de una mariposa puede, con el tiempo, originar un tifón en Malasia (o eso dicen, la verdad es que no me creo una mierda) imaginad qué no puede producir lo vivido ayer por todo el madridismo en sus filas y, lo que es mejor, en las filas enemigas, que es lo que más mola. No obstante, trataremos de hacer un pequeño esbozo, más que nada por no tener que hablar de fútbol y tácticas, de los que no tengo la menor idea.

Siempre estáis ahí. 

El Real Madrid es el primer equipo de fútbol europeo que va a tener que usar dos dígitos para poder contar sus Copas de Europa. Es que lo piensas y es algo tremendo. Ganar este trofeo es muy difícil. Grandes equipos europeos se enorgullecen de tener dos o tres en sus vitrinas, y nosotros tenemos... ¡diez! Dirán nuestros enemigos, que son muchos, que las primeras cinco o seis no valen por motivos varios (que si son en blanco y negro, que si la forma del trofeo no coincide con la del actual, que si el sistema de competición no es el mismo), pero a esos les respondo que bien podía tener forma de un botijo, que la realidad es que ellos no fueron capaces de apañar ni una. El que ahora se dispongan en desprestigiar esta gesta muestra bien claramente la importancia que tiene la Décima. Dirán que el Madrí ha tardado doce años en ganarla, y que ha invertido un Potosí en la empresa. Pues si tenemos tanto dinero, mejor para nosotros, mezquinos envidiosos. Y ganar tan preciado trofeo invirtiendo 500 millones es mucho más rentable que no ganar ni la copa Danone invirtiendo cinco, porque es una división por cero, simple matemática. Respecto al tiempo, más es el que han invertido ellos, que mientras unos todavía llevan más de un siglo esperando conseguir el trofeo, otros se han visto desplazados a la misma distancia que ocupaban hace más de cincuenta años, es decir, a seis copas de Europa. Estos otros, por cierto, también tardaron más, unos trece años, en ganar una Copa de Europa después de perder la virginidad en 1992.

Precisamente el que hayan transcurrido más de diez años desde que ganamos la Novena es lo que eleva la importancia de esta Copa de Europa y marca la diferencia entre el Real Madrid y el resto. Son incontables los equipos que han ganado el trofeo una, dos o tres veces en un corto período de tiempo para luego desaparecer por el foro. Sólo uno está siempre presente. Nos llevamos seis en los primeros diez años del torneo; faltamos a la cita en los 70, donde no dejamos de jugar finales de competiciones europeas; perdimos una final en la década de los 80, pero sumamos dos nuevos entorchados continentales, sendas Copas de la UEFA, cuando este trofeo era algo importante y no lo que es ahora; en los 90 recuperamos el cetro, que conservamos a inicios del siglo. Y ahora, diez años después, vuelve a ser nuestro. ¿Dónde está aquél Ajax que consiguió tres Champions consecutivas? Asomó la cabeza hace veinte años o así para ganar una de pura chiripa y ahora vegeta por esos campos de Dios de la antigua Flandes. ¿Y aquél Milán que iba a igualar nuestro palmarés? Ahora tiene pinta de no ganar otra Champions hasta que el retoño de Ramos y la Rubio esté cobrando la jubilación.

La venganza es mía.

Aparte, esta décima supone una de las mejores temporadas de la Historia del Real Madrid. Por lo que yo he vivido y recuerdo, quizás la mejor. Hemos hecho doblete, algo que no conseguíamos desde los ochenta, cuando la "Quinta del Buitre" ganó Liga y Copa el mismo año que en Europa el Milán de Berlusconi nos encasquetaba cinco chicharros, con lo cual nuestro prestigio quedó algo tocado. Pero la Champions da mucho prestigio, más aún cuando la has ganado llevándote por delante a los equipos más importantes de la Bundesliga, incluido al que acababa de ganar el título y era, a la sazón, campeón de la pasada edición de Champions, que recibió en su estadio la mayor humillación encajada en esta competición. Zurrada la badana de la autodenominada "Bestia negra" del madridismo, puesto en solfa el calvo de los batidos mágicos, liquidamos con la misma efectividad al actual campeón de la Liga Española en la final de Lisboa. Campeón que, además, es uno de nuestros mayores enemigos. Al otro, al club de los colores chillones fundado por un suizo, lo habíamos despachado ya con anterioridad en la final de la Copa del Rey, triturando cualquier posibilidad de no acabar en blanco la presente temporada.

Far$a, Bayern y Pateti pasados por la piedra. Si a eso sumamos a la Juve, que apeamos en la liguilla, resulta que nos hemos zumbado así, como quien no quiere la cosa, a los equipos que durante la presente temporada han ganado las ligas española, italiana y alemana.

Joder, si esto no es un año cojonudo que venga Dios y lo vea.


El fin del cholismo incipiente.

Después de soportar tantos años de Guardiolismo, entendiendo como tal no el currículum como técnico del exjugador del Brescia que tuvo que abandonar el fútbol tras dar positivo por nandrolona, sino esa filosofía de todo a cien compartida y promovida por un aparato propagandístico como jamás se había visto en este país, no me quiero ni imaginar lo que habría sido de nosotros si el equipo dirigido por Simeone nos hubiera levantado la Champions. Porque resulta que la inmensa mayoría de los periodistas que desde medios generalistas y deportivos nacionales nos llevaban hasta el hastío con sus piropos y peloteo continuo al gurú de San Pedo, su campaña de limpieza étnica para sacar de la circulación a todo aquél que no comulgara con sus ruedas de molino, no eran del Barcelona... sino del Patético de Madrí. Otra cosa es que lo reconocieran. Pero así es. Pues imagínense a esta chusma exaltado en este caso a un jugador de su equipo. 

Eso es lo que habría pasado de no haber sido por el cabezazo de Sergio Ramos. Por si fuera poco, el Pateti habría ganado gracias a una cantada de Casillas, héroe de todo este gremio de colchoneros resentidos, que habrían visto así bien pagado su apoyo al gañán de Móstoles, del que ya han recibido cuantiosos beneficios en forma de filtraciones y desestabilizaciones del vestuario. Hubiera sido sencillamente horrible. Sobre todo, porque significaría el paso de defender un fútbol anodino, y sarasil, en el que el contacto está más prohibido que en el volley-ball, a otro diametralmente opuesto y que pudo disfrutarse anoche: el fútbol de la tangana, de la patada al tobillo, de las entradas sucias, de la provocación y del racaneo en el juego. De unos simpáticos ewooks afeminados bailando la sardana pasaríamos a tener como referente a un equipo de poligoneros escupidos por el proyecto hombre y a los que se impediría formar equipo en una prisión.

Gracias a Dios esto ya no va a ser. O casi no va a ser, porque España no es un país normal. Claro que habrá cholismo, a raudales, pero al menos carecerá del referente de los títulos, aunque a sus vocingleras esto les va a dar igual. El imperio del donde-dije-digo-digo-diego asoma por el horizonte. Afortunadamente poco daño van a hacer. Ni siquiera gente que desconoce la vergüenza sería capaz de vender al respetable el ideal que representa un técnico capaz de cometer errores tales como el de sacar a jugar una final a un jugador que se habría recuperado de una lesión inyectándose placenta de yegua. Que es como de chiste sacado de Mortadelo y Filemón, oigan. "El profesor Bacterio ya tiene preparado un remedio para que puedan competir en las pruebas de 100 m. lisos de las olimpiadas de Gatolandia... se trata de inyectarles la placenta de una yegua... ¡para que corran como un caballo! ¿Qué les parece...? ¡Rayos al vuelto a desaparecer!". El cambio de Costa en el minuto siete privó al Pateti de un cambio que bien podrían haber usado para perder tiempo durante el descuento, cuando el Madrí tenía a los indios embotellados en su área. 

O errores como el de "ir partido a partido", que suena muy bien en la teoría pero que en la práctica es un error, porque hay que planificar la temporada para cumplir unos objetivos, y eso implica conseguir que tus pupilos lleguen a los partidos decisivos con gasolina en la reserva. Ayer el Pateti estaba reventado, excepción hecha de los diez minutos iniciales de la segunda parte, donde como viene pasando esta temporada salieron sospechosamente acelerado. El caso es que en la prórroga no existieron. 


El Madrí puede con todo, pero si nos podemos evitar abrir otro frente, mejor que mejor. Perder la final contra el Chelsea hubiera sido dramático, pero perderla contra el equipo dirigido por Simeone habría sido una hecatombe. Creo que, cuanto menos para la próxima temporada, el Cholismo ha sido desactivado antes de que nos estallara en la cara. Mejor, que estas cosas luego crecen y es dificilísimo matarlas.

El Pupas v. 2.0

Y con la desactivación del cholismo, la Liga vuelve a ser cosa de dos y, con un poco de suerte, de uno, porque lo de Luís Enrique entrenando al Far$alona parece cualquier cosa menos un peligro para nosotros. A ver si no les damos oxígeno al igual que hemos hecho esta tempoarada. El caso es que el Patético ha quedado muy, pero que muy tocado. O así debería ser si el cerebro le funcionara de manera normal a esta gente, cosa que dudo. Bien estuvo ganar, pero mejor estuvo hacerlo de aquella manera. Después de haber parecido superar el fantasma de "El Pupas", nacido a raíz de la final de Copa de Europa que jugaron contra el Bayern hace cuarenta años, resulta que como ocurrió entonces el Pateti pierde el trofeo al encajar un tanto en los minutos de descuento. Para ser goleado en la resolución  del partido, debo añadir. A Toro Sentado se le han bajado los humos. Nos hemos quitado de encima a lo que podría ser un posible incordio para los próximos años.

Y mañana (o pasado) hablaremos de Casillas.