jueves, 24 de julio de 2014

Pues haberle llamado "Jaime", señora

Anda la madre de la nueva y flamante adquisición del Real Madrid, el colombiano James Rodríguez, recordando que el nombre de su vástago ha de pronunciarse tal y como se escribe, y no como lo harían los anglosajones, esto es, "Yeims", como "Yeims Bond" o "Yeims Olsen, el amigo de Superman". De todos es sabido que las normas fonéticas y ortográficas no se aplican a los nombres propios, tal y como demuestra nuestra reina "Letizia", pero digo yo que todo tiene un límite. Son ganas de complicarse la vida la de esta señora, que jamás habrá oído pronunciar el nombre "James" tal y como ella pretende que lo pronunciemos ahora. Si quieres homenajear a James Dean poniéndole su nombre al chamaco, pues muy bien, pero siendo consciente de que se tiene que pronunciar como se tiene que pronunciar.

Tras realizar las consabidas cabriolas para los fotógrafos, James lanzó unos tres mil cuatrocientos
doce balones al público que abarrotaba el estadio. Da igual, somos ricos, jodidamente ricos. 

Pero en fin, cosas peores se han visto de los progenitores de esas regiones de Hispanoamérica, capaces de ponerle a sus hijos nombres que yo nunca pondría a mis peces de colores, como "Usnavymarina", "Christmasday" o "Walt Disney de Jesús", todos ellos -doy fe- corresponden a venezolanos o colombianos cuyos documentos de identificación personal circulan por la internet. Desde esta perspectiva, la mamá de Rodríguez incluso ha pecado de comedida. Un nombre anglosajón fonéticamente adaptado al español es lo menos que al nuevo jugador merengue le podría haber pasado cuando la hacedora de sus días tuvo a bien traerle a este valle de lágrimas, lo que evitó serios perjuicios en sus aspiraciones deportivas. ¿Alguien cree que el Madrí hubiera presentado a "Lord Mario Napoleón Ismael" o a "Batman Roberto" ante decenas de miles de espectadores por muy Bota de Oro del mundial que fuera? ¿Cómo iba un jugador llamado "Adolf Hitler Rodríguez" a garantizar un mínimo de ingresos por contratos publicitarios? Sin embargo, desde la perspectiva de un español, no se entiende porqué no haberle puesto "Jaime" y se hubiera dejado de zarandajas. Pero vaya, tampoco es que el nombre tenga tanta importancia. A una persona no se le puede prejuzgar por cómo le hayan bautizado sus padres. Por ejemplo, uno puede llevar un nombre tan tradicional como "Luís" precediendo a un apellido tan normal como "Suárez" y acabar liándose a mordiscos con la gente. 

James besa el escudo en un gesto jamás visto en las innumerables presentaciones
de jugadores realizadas en el Santiago Bernabéu. 

Pero vayamos a lo que interesa. El fichaje de James, junto con el del otro gran jugador del mundial, Tony Kroos, muestra la intención del Madrí de no caer en el mismo error que pasadas temporadas, esto es, acomodarse en el éxito. De esa manera el club de La Castellana enfrenta la temporada que está a punto de iniciarse como si estuviera en un estado famélico de títulos. ¿La décima? ¿Y eso cuándo fue? ¿Quién se acuerda? Pero, sobre todo, muestra que el Madrid y el madridismo ya ha superado ciertos complejos propios y/o inducidos por el entorno supuestamente madridista -realmente de un antimadridismo galopante- acerca de lo feo que está el gastarse el dinero que uno tiene en lo que uno quiere. No veo que los 80 u 85 kilos que ha tocado pagar por el colombiano hayan ido acompañados del "mea culpa" que siguió a fichajes como los de Cristiano o Bale. Es posible que el hecho de que éste último marcara él solito el gol que nos dio la Copa del Rey frente al Barcelona, y el segundo, el que decantó la final hacia el lado madridista en la final de Lisboa, le haya abierto los ojos a más de uno. Lo bueno cuesta, pero compensa pagarlo. 

Pues con la ayuda de Mathieu, de treinta años, por el que habéis pagado 20 millones de nada. 

Reforzamos así al equipo que ganó Copa y Champions tras zurrarles las badanas a los históricos archirrivales con los dos mejores jugadores del pasado mundial. Y esto es así, da igual que la FIFA, en otra cacicada proculé de las que tanto hacen alarde los organismos internacionales del fútbol, le entregara al Balón de Oro del pasado mundial a Leo Messi. Al igual que las máquinas imaginadas por James Cameron en la saga de "Terminator", el Madrid avanza inflexible triturando bajo sus orugas mecánicas los cráneos de los enemigos, los del actual campeón de Liga, el actual campeón de Liga, el actual campeón de Liga (no, no es un error, lo repito varias veces porque ni ellos se lo creen), cuyos pilares fundamentales ya han sido traspasados a otros equipos, y cuyo triunfo casual es debido casi exclusivamente al devenir histórico, que marca una Liga de los indígenas del Indianápolis del Calderón cada dos décadas o así; y los del Barcelona, cuya capacidad de maniobra se halla bastante limitada al estar hundido hasta el cuello en el lodazal conformado por sus intentos de estafa a hacienda, así como por el problema que le supone una plantilla en claro declive desde que el técnico acusado de consumir sustancias dopantes siendo jugador cogió la puerta y se fue a Alemania para que le encasquetáramos una manita en semis de Champions antes de regalarnos a Kroos.   
James luciendo su físico perfecto días antes de que el MarÇa le diagnostique una hérnia,
un hematoma cerebral, un lesión crónica de menisco o la inminente gangrena de una de
sus extremidades. 
Pero las calaveras que más me moló ver aplastadas ayer por el Skynet merengón fueron los de los periodistas, que dejaban escapar sus "es un capricho de Florentino", "es una barbaridad pagar esa cantidad por un jugador que nadie conocía hasta el pasado mundial", mientras el metal trituraba sus cráneos -con gran facilidad, supongo, dado el poco grosor de los mismos. Complejos los justos, y si no los hay, mejor. Ante este tipo de críticas hay que hacer como Loquillo en los conciertos: extender los brazos, sacar pecho, mirar directamente al gusano en cuestión y bramar "sí, ¿qué pasa?".  Es nuestra pasta y nos la gastamos como queremos. Y que se sepa. Más de 45.000 almas viendo en directo la presentación, millones siguiéndolo por televisión e internet. El vicepresidente del Mónaco presente en la ceremonia, como rindiendo pleitesía al club más grande; el embajador Colombiano, en representación de la nación sudamericana, también. Oigan, que esto no es normal, que cuando se presentó Rakitic en el estadio no estaba ni el que riega el césped. Normal que seamos más chulos que un ocho verde pistacho. La temporada es larga, son muchos los partidos que nos esperan y no queremos llegar con el depósito en reserva como la pasada, con Benzemá renqueante y Cristiano jugándose el tipo en Lisboa. Y tampoco queremos que los supuestos titulares se acomoden al no ver en el banquillo a quien les pueda quitar el puesto. Isco, a competir con el colombiano; Illarramendi con el alemán. O viceversa. A ver quien es el guapo que se queda papando moscas con este panorama. Ya sabemos lo que sucede cuando un jugador cree que su puesto en el once es como haber aprobado una oposición. 

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