viernes, 17 de octubre de 2014

Claro, hombre, claro, ¿por qué no?

Leo Messi se corona como máximo goleador de la historia de la Liga. 
(26 de octubre de 2014)

El minuto histórico. 
Fue en el minuto 71 del clásico, en el incomparable escenario que es el coliseo madridista de La Castellana, cuando Leo Messi entró en la Historia de la competición nacional de Liga coronado como máximo goleador de esta competición al superar los 251 goles anotados por Telmo Zarra. El culé había igualado al legendario delantero bilbaíno la pasada jornada, cuando anotó los dos tantos del Barcelona que abrieron el marcador del Nou Camp en el partido que enfrentó a los catalanes contra el Eíbar. Dos goles que, desgraciadamente, no se tradujeron en nada positivo para los azulgranas, ya que Messi quiso evitar a toda costa marcar el tanto que le impidiera batir el récord en el estadio del máximo rival, como al final así ha sido. Es por ello que Luís Enrique quitó importancia al descalabro que supuso el 2-4 final. "Hay ocasiones en que el fútbol está por delante de meter un balón en una portería", "el Barcelona debe tener miras más altas que las de ganar un partido de Liga; Leo se lo merece, nos ha dado mucho" o "Leo me preguntó el total de goles. Lo desconocía. Pensaba que se refería al total que llevaba y no a los que había marcado en el partido. Le dije que había conseguido un patito, que eso era como dos palitos pero en escuela de pago. Se alegró mucho." fueron algunas de las declaraciones celebradas con gran alborozo por los periodistas de Sport, Mundo Deportivo y TV3 presentes en la sala ante la perplejidad de los medios extranjeros, a los que hubo que explicar algunas cosas. 



Los dioses del fútbol recompensaron con creces al barcelonismo por su derrota a domicilio: en el minuto 25 de la segunda mitad Alves centra desde la derecha, Casillas duda y decide demasiado tarde atacar el esférico, dando oportunidad a Messi de ganarle el balón por alto sin apenes tener que saltar. El tanto dejó mudo al Santiago Bernabéu, que después del gol de Benzema y el hat-trick de Cristiano Ronaldo, esperaba ver cómo los azulgranas encajaban una manita. Pero el tanto de Messi quebró ese sueño, como el de Cristiano de convertirse en el primer jugador en conseguir marcar cuatro tantos consecutivos en un Madrid-Barça. Los jugadores hicieron piña con el nuevo "pichichi" histórico a la que se sumaron los jugadores del banquillo que, encabezados por Luis Enrique, acudieron raudos a sumarse a la celebración. Los corresponsales extranjeros se miraban extrañados y necesitaron otra dosis de explicaciones. En la grada, el sector que contenía a los aficionados culés estallaba eufórico. Sin duda, tras no ver a su equipo tirar ni una vez a puerta ya habían perdido la esperanza. Pero lo mejor estaba por venir. 


Leo Messi, "el musical".
La Federación Española, así como la Liga de Fútbol Profesional, siempre tan dispuestas a agasajar al equipo catalán, había preparado una celebración para cuando se produjera el feliz evento tal y como había pronosticado el presidente de ésta última, Javier Tebas. Estando los azulgrana amontonados sobre Messi, las luces del estadio se apagaron de golpe. La oscuridad dejó a gran parte del graderío sin aliento, y a buena parte de la que se situaba cerca de la afición culé sin cartera. Pero eso es algo de lo que ya se están ocupando las autoridades competentes. En ese momento, un foco cayó desde el cielo para iluminar la figura de Messi, que alzó ambos brazos al cielo mientras señalaba la luz con los índices: "La luuuuz... la luuuuuz" decía la criatura que, siguiendo el protocolo diseñado e impuesto por la LFP y la FEF al Real Madrid, debía dirigirse al vestuario para resurgir en olor de multitudes. Desgraciadamente, hacía más de diez minutos que se había iniciado la primera parte y el argentino, con el espabilo del que siempre hace gala, ya se había olvidado del camino. Afortunadamente Herrerín, el sempiterno delegado de campo del Real Madrid, estuvo, como siempre a la altura, y se las arregló para atraerle a la entrada del túnel tentándole con una piruleta. El público, expectante, ardía en curiosidad por ver que seguía. El foco se difuminó sobre el círculo central descubriendo su origen, que no era otro que un helicóptero que aterrizó en el círculo central y del que descendieron dos hombres de negro que se identificaron como inspectores de Hacienda, quienes preguntaron insistentemente por un jugador azulgrana que había defraudado una considerable cantidad a la agencia tributaria. Pese a las peticiones de Javier Tabas, que ya esperaba la salida de Messi para hacerle entrega de la placa conmemorativa que llevaba, de que dejaran de interrumpir la ceremonia, se negaron a retirarse hasta no aprehender al criminoso defraudador. 

Y si antes había sido Herrerín ahora fue Luís Enrique el que estuvo a la altura. Qué grande es el deporte, señores. "¿Quieren ustedes a un defraudador vestido de azulgrana? Tenemos muchos, llévense el que quieran". El helicóptero despegó dejando vía libre para culminar el espectáculo que habría de perderse Douglas, al que por fin se le había encontrado una utilidad. Entonces llegó el apogeo. Los focos del Bernabéu se volvieron a encender para mostrar a los jugadores culés formando un pasillo para recibir a Messi. Asombrosa la velocidad con la que organizaron el pasillo a la salida de los vestuarios, y encima a oscuras. ¡Como si lo hubieran hecho más veces! Y ahí, con los versos de "Els Segadors" tronando por los altavoces -concretamente los últimos; se ve que Messi tuvo algún problema para volver a salir por donde había entrado- , el nuevo récordman de la Liga hizo acto de aparición para reunirse con Tebas en el centro del campo. Messi recibió la placa conmemorativa que contempló con curiosidad y luego trató de comer, de doblar y de guardarse en el bolsillo sucesivamente. 

El pueblo catalán tiene derecho a decidir. 
Hasta aquí lo programado. Pero en estos momentos históricos de celebraciones siempre hay sitio para las rupturas de protocolo y las improvisaciones que, pasado el tiempo, dejan más imágenes y recuerdos que aquellas que habían de quedar oficiales. Mientras Messi tiraba la placa y luego corría a recogerla para repetir el lanzamiento, algunos jugadores del Barcelona, sin duda exacerbados por el himno de liberación que había sonado, no pudieron evitar transformar el acto en una reivindicación del oprimido pueblo catalán. Así, Piqué y Xavi decidieron untar la placa con tomate y, ya puestos, a también Messi, que disfrutó bastante el gesto que Junqueras ya ha previsto imponer como bautismo cívico obligatorio de la próxima república independiente de Cataluña. La visión de un tomate siendo despachurrado por una superficie más o menos plana -nos referimos obviamente a la placa, no al jugador- excitó sobremanera a los futbolistas culés que, sumergidos durante su estancia en la Massía en los valores patrióticos, o simplemente por haber visto un par de horas TV3, no pudieron evitar participar en la bacanal nacionalista. Los tomates volaban de un lado a otro y todos los jugadores impregnaban sus camisetas, rostros y cualquier parte del cuerpo expuesta con churretones tomatiles. Iniesta, más cohibido por no haber perdido del todo su herencia manchega, no participó en la orgía tomatera en defensa de las libertades forales de Cataluña, pero sí colaboró cantando "a capella" esa bonita canción de su terruño tan popularizada durante la Guerra Civil española: 


¿Qué culpa tiene el tomate
que está tranquilo en la mata?
¿Qué culpa tiene el tomate
que está tranquilo en la mata?


Y viene un hijo de puta
y lo mete en una lata
y lo manda pa' Caracas.


Se reanuda el juego. 
Cuando los pupilos de Ancelotti sacaron desde el centro del campo, el partido que enfrentaron no fue el mismo que el transcurrido hasta el minuto 71. Y eso por varios motivos. Primero, porque la táctica del Barcelona obligó al Madrí a volcar su juego por su banda derecha, que había mostrado ser la más endeble durante todo el partido. Y es que la celebración tomatera había dejado impracticable gran parte del terreno de juego por el que se movían Cristiano y Marcelo. Y segundo, porque los jugadores culés seguían con su celebración reivindicativa, y jugar contra nadie suponía un cambio bastante radical respecto a lo vivido hasta entonces. 

Cuando Arbeloa consiguió marcar el 9-1 protagonizó un gesto repugnantemente antideportivo al acercarse a donde estaban los jugadores culés para recordarles el resultado. A ver cuándo se saca de la circulación a estos mal llamados futbolistas, que olvidan que esto es sólo un juego y aprovechan el ruido mediático de este tipo de partidos para hacer un proselitismo vulgar. En el momento en que los jugadores culés, ya totalmente cubiertos de restos tomatiles hasta el punto de que era imposible distinguir las piernas de unos de los brazos de los otros, oyeron de boca de Arbeloa la palabra "nueve", algo pareció activarse en su interior y decidieron organizar un referendum. Siguiendo todos los pasos legítimos para no poner en duda el carácter democrático del proceso, y disponiendo una urna en el área técnica culé -sí, la expedición culé llevaba una urna, ¿dónde se ha visto a un buen catalán sin urna? Camas de hospitales no, pero urnas sí que sobran en Cataluña- procedieron a manifestar su voluntad. A la doble pregunta "¿Debe el Barcelona ganar la Liga? / y en caso afirmativo, ¿debe ganar la Liga el Barcelona?" los jugadores y el cuerpo técnico culé dieron el siguiente resultado: 47% sí, 28% si-sí, 15% sisisíquesí. Messi no votó al no ser capaz de introducir la placa conmemorativa en la urna. Mientras, ignorando intencionadamente las muestras de voluntad popular, el equipo opresor castellano por excelencia, capitaneado por un ejemplar de ese oprobioso pueblo que dejó abandonado a los catalanes en 1640, como bien recuerda todo el mundo, seguía ocupado en esa frívola actitud de marcar goles. 


Incidencias
El partido acabó con el conocido resultado de Real Madrid, 77 - Fútbol Club Barcelona, 3. Los goles del Barça fueron obra del ya mencionado Messi, el colegiado Clos Gómez, al transformar un penalti inexistente sobre un jugador que no estaba cometido por otro que no pasaba por ahí ("Se me hacía raro no pitarlo" escribió en el acta del partido) y su juez de línea en claro fuera de juego que dejó sin señalar ("Sí, a mí también se me hacía raro" expuso en el anexo al acta). Por el bando madridista Cristiano, con 56 tantos, se llevó 18 balones a casa, por lo que el entrenamiento voluntario de mañana (hoy) para los que no jugaron tendrá que hacerse con sandías. 

El presidente del Barcelona, Bartomeu, ha manifestado su intención de impugnar el encuentro, y que se le otorgue la victoria a su equipo, ya que en el decimosexto referendum que realizaron, justo antes de que el fascismo opresor centralista español, representado por un bedel, les obligara a despejar la zona ya que tenían que "apagar las luces y cerrar las puertas", decidieron que el partido lo habían ganado ellos. Y una votación democrática ha de ser respetada, que no hacerlo está muy feo. 

Por último, es totalmente falso que Mago de Öz vaya a hacer una versión del "¿Dónde estabas tú en el 77?" de Loquillo y los Trogloditas dedicada a este partido. 

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