sábado, 4 de mayo de 2013

¿Para qué vale la prensa deportiva?


El otro día, por error, sintonicé brevemente los deportes de Cutre, que como todo el mundo sabe llevan Manolo Lama y otro que también se llama Manolo. Por eso, en una hábil e ingeniosa maniobra de marketing, al programa lo publicitan como "Los Manolos", dejando claro que va dirigido a un sector de la población exquisito, universitario y muy alejado de los gustos que pueda tener el aficionado de taberna. Todo clase y categoría Lama y su compinche, si señor. Como buen programa de información que es, siempre pendiente de la actualidad, el día después de que al Far$alona le endosaran un global de 7-0 en Champions, con Piqué exigiendo que se tomaran medidas, y el fraude argentino escondiéndose en el banquillo, el tema principal era José Mourinho y su marcha del Madrí que, como todo el mundo sabe, todavía no se ha producido y es más que probable que jamás se produzca. Como no podía ser de otra manera, los palos le llovían a pares a nuestro entrenador, que para eso tenemos dos manueles en el estudio. Los tres años que el técnico había permanecido en el Madrid eran poco más que una mierda. Tan sólo se habían ganado una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa, y de la décima, cuya obtención habría sido una de los principales factores del fichaje del portugués, no se tenían noticias.

Cuando ves la cara de Lama -que en mi opinión tiene uno de los rostros más repelentes concebibles en un mortal, con esos párpados arrastrándose por las mejillas, esos labios finos típicos del malo de una novela de Dashiell Hammett, esa expresión pétrea, maciza, de gangster con dolor de muelas, que lejos de manifestar un espíritu de principios sólidos delata a un personaje mezquino capaz de cambiar de opinión como quien se cambia de calzoncillos sin que le tiemble la comisura de los labios- diciendo las cosas que decía, no puedes hacer otra cosa que preguntarte: "¿Para qué?". ¿Para qué vale una prensa deportiva contagiada del periodismo rosa y concebida como la música basura, que nadie recordará dentro de un mes? Iba desglosando este tipejo, junto con su cuate, los según ellos irrelevantes logros de Mourinho al frente del Real Madrid y recordaba yo otra época en la que al Manolo que no se le hacía el culo pepsi-cola con el Far$alona era porque se le hacía JB, para tener una mezcla que idiotizara aún más al respetable. Quiero decir que no hace tanto al señor Lama el Far$alona le parecía una maravilla que justificaba por sí sólo el milagro del nacimiento. La gente ya no se debía preguntar para qué estaba en este valle de lágrimas: podía ver a esa maravilla dirigida por Guardiola, repleta de gente bajita y humilde, invencible en su juego. Y eso era ya motivo suficiente para que tu madre te hubiera traído al mundo. Tres años después, el hecho de que ese equipo fuera volteado por el Madrid de Mourinho el primer año, ¡el primero!, en una final de Copa y puesto mirando para Albacete en la segunda, no tiene ningún mérito. Si ganarle la Liga y la Copa, que el Madrid llevaba sin catar desde Dios sabe cuando, a quiénes ellos mismos aseguraban que era el mejor equipo de todos los tiempos pasa a tener tanto valor como batir al Torpedo de Badajoz, ¿qué valor tiene la "opinión" de estos tíos? ¿Para qué tantos pobres árboles sacrificados para ser convertidos en pulpa, luego en celulosa y acabar como papel donde imprimir juicios que ellos mismos van a considerar erróneos al día siguiente?

Darwin tenía razón. Ves a la soldada del Marca y el AS, a la de la SER y la COPE, y te das cuenta que es cierto que el hombre viene del mono. Analizas las caídas en las ventas y los ingresos por publicidad, y compruebas que es igualmente cierto que la ley natural tiende a suprimir a los organismos menos aptos. He llegado a la conclusión de que la caída en picado de los media deportivos, con sus inevitables EREs, es producto no tanto de las cosas que dicen como del hecho de que, gracias a las redes sociales, haya quedado tan a la vista que son capaces de defender una posición diametralmente opuesta a la mantenida de un día para otro. Internet es una hemeroteca muy traicionera, ya que facilita la búsqueda y está al alcance de cualquiera. Pese a todo, de vez en cuando oyes a un periodista deportivo justificar su labor en base a unos servicios al público que, a poco que son analizados, lo que demuestran es lo absolutamente innecesario que es el periodismo deportivo. 

"La prensa sirve de enlace entre el aficionado y su club". Si bien este principio podría ser verdadero cuando Napoleón mandaba en Europa, la revolución de las comunicaciones ha hecho que los clubes tengan sus propios medios de comunicación, al mismo tiempo que hemos asistido al desarrollo de webs y redes sociales que mantienen informado a todo aquel que se integra en su estructura. Vamos, que si me quiero enterar de algo ya me lo contarán en Túiter o me iré a la web del Madrid. Dirá alguno que ese flujo carece de análisis, que tan sólo es información bruta. Pero resulta que florecen como rosas en primavera las webs y blogs que satisfacen la necesidad de filtrar o interpretar el flujo, lo que hace innecesario la selección,  opinión o comentario que, en no pocas ocasiones, respondía a intereses espúeros.


"La prensa tiene la posibilidad de acceder a información que de otra manera no llegaría al aficionado". Por ejemplo, en las ruedas de prensa o en las entrevistas a pie de campo. No me hagan reír. Los primeros que se encargaron de dejar claro que, al menos para el aficionado madridista, los tribuletes deportivos son totalmente imprescindibles fueron ellos mismos. Ejemplo: cuando abandonaron una rueda de prensa porque quien salió a darla fue Karanka y no Mourinho. Desde que el portugués se hizo cargo de las riendas de nuestro equipo me he aficionado a las ruedas de prensa, y lo normal cuando las da el segundo técnico es que los de la radio se pongan a hablar de otra cosa y los de la tele digan que ya conectarán si dice algo interesante. Así que ni me entero de las preguntas ni me entero de lo que dice Karanka. El interés por informar brilla por su ausencia. Lo de las entrevistas a pie de campo es como de chufla. Vale, no todo el mundo puede plantarle un micrófono en los morros a un jugador tras un partido, pero ¿tan importante es lo que pueda decir? Porque oír del Ramos de turno: "Ha sido un partido complicado", "hemos sudado la camiseta", "la victoria es importante" y similares no creo que justifique la existencia del periodismo deportivo. 

"La prensa ofrece al aficionado una información que, de otra manera, el club le hurtaría, ejerciendo así la labor que corresponde a todo buen periodista, que no es otra que la de ejercer de 'cuarto poder'". Justificar la existencia de la prensa deportiva con esto, y partiendo del supuesto de que esa información fuera mínimamente fiable (que ya es mucho suponer) sería, cuanto menos, una auténtica necedad. Pongamos que la prensa "descubre" que Bale llegará al Madrid la próxima temporada, como así sucede. Bien, ¿y qué? Eso no la convierte en imprescindible, porque yo, como aficionado, no puedo intervenir en el hecho de que Bale vista de blanco. Ni lo puedo parar, ni lo puedo acelerar. Entiendo que haya gente que le guste masturbarse previendo alineaciones y discutiendo la posición en que jugará, y lo que aportará al equipo, Zutanito o Menganito, pero en el fondo no cambia nada. Pero es que, además, lo raro es que un periodista acierte sus predicciones, por lo que hemos de suponer que carecen de base alguna. Por tanto, esa necesidad de imaginarse el once de gala de la próxima temporada puede satisfacerla cualquiera. Yo mismo, sin ir más lejos. Y seguramente con un porcentaje de acierto muy similar. La información sería más honrada en tanto en cuanto no iría tras el encabezado de "el Madrid fichará a..." o "el Madrid tiene atado a...", sino tras otro mucho más noble, del estilo "yo creo que el Madrid debería fichar a..." o "Qué bien lo haría a Fulanitov en tal posición...". 


"La prensa nos permite conocer cómo va a jugar el equipo en el siguiente partido, ya que realiza una labor de seguimiento y anticipa el once titular". Vamos, no me jodas. Que el tío que ha jugado veintisiete partidos consecutivos jugará el vigésimo octavo lo sé hasta yo, no hace falta que nadie me lo diga. Pero es que además, en la presente temporada, una vez localizado el topo del vestuario, la vista de los periodistas para este asunto ha sido similar a la del mencionado mamífero subterráneo. Si la justificación de la existencia del periodismo deportivo es fomentar los chivatos en el vestuario, creo que el asunto ya está visto para sentencia. Y volviendo a lo de antes: aunque los periodistas fueran realmente unos máquinas y tuvieran un porcentaje de aciertos altísimos, tanto en alineaciones como tácticas, ¿qué? ¿Qué importancia tiene que me digan lo que yo voy a ver con mis propios ojos veinte o treinta minutos después? He vivido toda mi vida sin saber si el centro del campo del partido de esta tarde va a estar formado por Modric, Alonso y Khedira, así que puedo esperar otros cuarenta y dos minutos tranquilamente. Respecto a lo otro, a lo de prever el sistema de juego, qué risa tía Felisa. Cuando Coentrao llegó al Madrid yo no tenía ni idea de qué jugaba. Eso no dice nada, pero sí que ningún periodista fue capaz de aclarármelo. Lo hubiera agradecido, en serio, pero lo único que decían del portugués eran improperios. ¿Y unos tíos que son incapaces de deducir la posición y funciones de un jugador al que están viendo me van a contar a mí de qué y cómo va a jugar otro dentro de unos meses?

La conclusión es meridianamente clara, irrefutable. La prensa deportiva no vale para nada. Tiene tanta utilidad como una bicicleta para una sardina. Al menos para el seguidor del Real Madrid. Los de otros equipos ni me ocupan ni me preocupan. Que se queden con los Lama y los Ronceros. Se los regalo con un lacito.

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