martes, 13 de diciembre de 2011

Literatura victoriana

Ya que no hemos obtenido la victoria ante el  F. C. bERCelona, el madridismo parece buscar consuelo echando mano de otra Victoria, la reina británica que dio nombre a toda una época en la que los anglosajones sostenían sobre la talasocracia(1) uno de los mayores imperios que jamás ha existido sobre la tierra. Quizá no sea algo muy perceptible, pero yo que tengo muy buen ojo me he dado cuenta enseguida. Con el trasfondo de la lluvia alternándose con la niebla, construyendo ambas un decorado típico del Londres de "Jack el destripador", el aficionado merengue restaura, consciente o inconscientemente, esa era decimonónica por medio de la recuperación de sus símbolos más característicos, los que más evocan aquél pasado glorioso en el que Inglaterra "rule de waves". 

Por ejemplo, Sherlock Holmes. Tú le dices a alguien "época victoriana" y lo primero que le viene a la cabeza es ese detective con su gorra de cazar gamos (sí, sí, así se llama; lo he buscado en güiskipedia) y su pipa, capaz de descubrir al culpable de cualquier crimen usando su capacidad de análisis lógico. El mejor detective del mundo, dicen. Pues Sherlock Holmes se ha reencarnado en el grueso del madridismo, que no ha tardado en encontrar al culpable de la derrota: Cristiano Ronaldo. Su principal cómplice, Mourinho, tampoco ha podido escapar al ojo agudo del aficionado merengón. España es un país donde es muy fácil señalar al culpable o la causa de algo, lástima que sea siempre a posteriori. Si fuéramos capaces de utilizar esa capacidad analítica a priori sí que seríamos capaces recrear la época del emperatriz británica. Pero nadie es perfecto. Los españoles, menos. 

Pero no se queda ahí la cosa literaria, qué va. A partir de esta actualización y adaptación del detective londinense a nuestra idiosincrasia, los aficionados del Madrid nos devuelven a los tiempos en que la ciencia parecía no tener límites, donde el futuro sólo era el lugar en el que, en breve, se iban a materializar las fantasías tecnológicas más salvajes. La era en la que H.G. Wells da a luz el género hoy conocido como "ciencia ficción". "La Guerra de los Mundos" nos retrotrae a lo sucedido el sábado; "Cuando el durmiente despierta" evoca lo que deseamos pase en el partido de vuelta en el Nou Kampf; "El hombre invisible" parece retratar a todos y cada uno de los periodistas que en torno a las 21:00 horas del pasado sábado aplaudían la decisión de Mourinho de poner a Özil en el centro del campo. Pero la que más se acerca a la situación actual es, sin duda, la primera obra del señor Herbert (2), titulada "La máquina del tiempo". No es que se acerque, es que la supera. ¡Que digo supera! La hace realidad. En efecto, ciento y pico de años -mes más, mes menos- después de que Wells fabulara sobre la posibilidad de viajar en el tiempo, yo lo he conseguido gracias al madridismo. ¿Increíble? Para nada. Sigan leyendo si no me creen, que me da que es eso.

Cristiano Ronaldo en un lance del clásico

¿Cuánto tiempo lleva cargarse un proyecto deportivo? Así a ojo de buen cubero yo le echo unos seis meses de media. A no ser que hablemos del Patético de Madrid, en cuyo caso con un par de semanas vamos sobrados. Pero no desviemos el hilo con cosas que no merecen atención alguna. Pongamos seis meses. Pues bien, muchos madridistas, a tenor de lo que leo en blogs y foros, han decidido que ya está bien, que aquí hay que dar un golpe de timón... cuando hace cinco días habíamos sumado nuestra décimoquinta victoria consecutiva. Es decir, que en menos de una semana hemos condensado seis meses, quizás más. Eso, estrictamente hablando, es viajar por el tiempo tal y como lo entiende el vulgo. En realidad todos viajamos por el tiempo, nos movemos por él siempre hacia adelante. Ahora mismo ha avanzado usted unos diez minutos desde que empezó a leer este tocho que, sinceramente, no tengo ni idea de cómo acabar. Lo que comúnmente se entiende como "viajar en el tiempo" es tan sólo conseguir que el entorno avance a una velocidad distinta que la nuestra, obviamente más rápido(3). Pues eso es lo que ha logrado el madridismo. Nada es imposible para nosotros, el cielo es el límite.

Ahora que ya estáis advertidos, para poder disfrutar esta experiencia de traslación temporal sólo hay que esperar a que la cúpula dirigente del club blanco haga caso a la innumerable cantidad de chiflados que se creen Holmes en pleno delirio tras la administración de su dosis de cocaína (gracias Dr. Watson, elemental) y digan que sí, que lo de Mourinho ha sido un fiasco y lo de Cristiano más. Os vais a la cama después de que Cristiano haya fallado un penalti contra la Ponferradina o como narices se llame nuestro rival de Copa, os tomáis un buen somnífero y os despertáis a la noche siguiente con Míchel de técnico, Valderrama de segundo para que el entrenador tenga algo que hacer en el banquillo en caso de que el partido sea un tostón, Guti como fichaje estrella ("el club ha hecho bien, ya era hora de apostar por la cantera"), Lama de portavoz y Valdano, como no, de Director General de la nada. En un plis-plas, oigan. "Pero ¿en qué año estoy? ¿Ya generamos empleo?". Y para junio les aseguro que habremos conseguido controlar totalmente los viajes estos, porque ya seremos capaces de ir hacia atrás (chúpate esa, Einstein), y es que por el estado del club nos iba a parecer que habíamos vuelto a la mejor época de Fernando Martín (el presidente, no el jugador de baloncesto que Dios tenga en su gloria). Todo ello con la prensa eufórica tras haber pasado de simples sanguijuelas al Drácula de Bram Stoker, tan victoriano él.


(1) Para los estudiantes de ESO, se trata de un Imperio construido en base al poderío naval.
(2) De ahí viene la "H" de Wells.
(3) ¿Quién iba a tomarse la molestia de construir una máquina del tiempo para ir más lento que los demás? Bueno, quizás a Messi le haría ilusión que la velocidad de procesamiento de sus neuronas fuese la misma que la de la gente que le rodea al menos una vez en la vida.

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